Nada de lo que ha ocurrido o iba a ocurrir en el último mes y medio estaba planeado.

Allá por el mes de diciembre, una chica en La Bodega del Águila (Madrid) me dijo: “tienes que venir a Ibiza, al festival de Swing”.

Se me quedó en la cabeza, pero mayo se me quedaba muy lejos para planificar nada por aquel entonces. Al poco tiempo, supe que aquella chica canta en una de las bandas que estuvieron hace unos cuantos fines de semana en el Ibiza Swing Fun Fest, cantando con Madrid Hot Jazz Band: Errukine Olarizegi.

Ibiza, mayo, swing, resonaban en mi mente, cual estribillo de una canción cada cierto tiempo, pero había algo que no me dejaba hacer click en el buscador de vuelos.

Pasaron los meses y mi amiga Betty Boo me dijo:

– Me voy a Ibiza al festival de Swing
– Ya, yo lo he estado pensando, pero se me va de presupuesto el billete, no sé…
– ¿Cómo que no sabes? Claro que no sabes nada, aquello es maravilla, yo me voy en ferry: ahí lo dejo.

Se me quedó de nuevo en la memoria y esta vez me dije: bueno, a las malas, con el coche, me voy en ferry. Esto sucedió 72 horas antes de que, bajando un bordillo, la que escribe, se partiera el peroné del pie izquierdo, mientras decía “ahora no, joder, ahora no”.

Pero la vida dijo sí.

Estuve 2 semanas con la pierna en alto. La primera fue dura porque tenía un fin de semana plagado de talleres de Swing en Madrid con las escuelas de Barrelhouse y Woodside (incluyendo la vuelta de las fiestas swingueras a la Galileo) y, de golpe y porrazo: en casa.

Los segundos siete días se me pasaron leves y, como mi amiga Betty contaba los minutos para irse, comencé a seguir la cuenta de @SwingFunFest y, de una forma u otra, conseguí sentirme en Ibiza por la manera en la que la organización subía las cosas a redes (IG).

 

Y asi lo escribí:

Seguí el festival a través de los stories: fui en barco bailando al son de Monkey Doo que fueron los encargados, también, de hacer el primer pasacalles: ¡¡¡Qué alegría llevaban a su paso!!! Y, en cada plaza: un bailecito, donde me imaginaba bailando (dicen que esto es rehabilitación porque las neuronas se ponen ya en funcionamiento).

Por la noche, me perdí gran parte de los conciertos pero pude ver un poquito del buen rollo que Le Dancing Pepa Swing Band dejaban en el Teatro Ibiza junto a los Swingmakers Dj y, de nuevo, ahí me ví bailando.

¡¡Cómo me habría gustado mejorar la técnica en los talleres!! 

Aluciné con lo bien que se lo tienen montado en la isla y, cómo, a pesar del calor, a las 16h de la tarde ya lo tenían todo listo para entretener al personal y hacer que se lo pasaran bien incluso con algún zancudo, Alejandro Varela Lorence, haciendo acrobacias al ritmo de Caravan of Swing.

Me encantó ver a amigos músicos madrileños, Marcos Prieto y Daniel Cabrera, improvisando con parte de los integrantes de los Monkey y deseando estoy de tenr la letra del himno del festival que cantaron Musicaires Swing Band.

Y, así, desde La Punta des Molí, la tarde tuvo la suerte de sentir el compromiso de la música, y la cultura en catalán, contra la guerra de Ucrania y todas aquellas guerras que hay en el mundo de la mano de esa misma banda y Dani Alonso en The Appollo Jumpers. ¿Y si lo contrario a la guerra no es la paz, sino la música con risas incluso para sacar la letra de canciones que se dedican a quienes no sudan la camiseta por bailar con alguien una noche y prefieren pasarla en soledad?

Con los últimos rayos solares, desde la misma localización y, trajeados, The Swing Godfathers despidieron la sesión vespertina, para entrar más tarde, con algún cambio en la composición de la banda, y ser Swing Rascals, en la divina sala Es Paradis y enlazar con los grandes The Shag Sharks que dieron la mano, de nuevo, a los Swingmakers para cerrar la jornada.

Despertando en Punta des Molí, el domingo apuntaba en intensidad y, allá por las 13h, los primeros directos en stories de parejas valientes, daban los primeros pasos de baile al ritmo de los metales de Bluesmafia.

Las imágenes de toda la gente maja de los food tracker solo pudo invitarme a comer yo también, pero en casa, y no antes sin resaltar el nivelazo de los bailarines que están apareciendo en las imágenes y los vídeos. Era el día de las bandas locales y así amenizaron la hora de la comida y la sobremesa: Ibiza Cool Jazz, de blanco ibicenco, regalando un pasacalles hasta llegar al escenario y Swingin Tonic que ofrecieron, al menos que yo viera, una versión estupenda del Hit the Road Jack y temas que nos recuerdan la importancia de no perder el tiempo con alguien que no lo merezca.

Totalmente al caloret y con un toque desenfadado de los músicos, Madrid Hot Jazz Band, tocó temas rápidos mientras el sol comenzaba a bajar y la fiesta continuaba entre fotos en el fotomatón y estallidos de purpurina gigante rosa mientras una pareja lo daba todo en medio de la pista: ¡¡¡¡era mi amiga Betty!!!!

Ya con algo más de frescor, y con un orden más blusero y rockanrolero, aparecieron en escena, desde New York City, Professor Cunningham and His Old School poniendo el broche final a tal inestimable fiesta de swing con los bailarines @Nicole_Pipino y @MaxiPradoSwing… o eso parecía, porque los músicos bajaron a la arena, y lo que allí pasó, solo lo saben quienes allí estuvimos 😉

Así, habiendo pasado unas semanas, agradezco a @IbizaSwingFunFest por compartir en las redes con quienes estuvimos en casa o no nos fue posible asistir. Aún me es imposible bailar de cintura para abajo durante unas semanas, pero sí que puedo seguir viviendo el swing de la manera que las redes, la gente, mi mente y mi ser me lo permiten: escribiendo sobre los festivales, los conciertos y los eventos que se comparten en las redes. Swing will safe us y que nos veamos pronto en las pistas 😉

Redacción y pantallazos: Tina_SanPas
Fotos con logo: José Antonio Martinez @hlrio.photos e @IbizaSwingFunFest

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